El desastre tras el desastre

November 25, 2013

Alessandro Tinonga y Nicole Colson reseñan la devastación causada por Haiyan y la crisis humanitaria en curso, que por seguro cobrará aún más vidas.

"PEOR QUE el infierno." Así describió tras la tormenta a CNN, Magina Fernández, sobreviviente en la destruida ciudad de Tacloban, en Filipinas.

A su paso, el tifón Haiyan dejó no sólo más de 5.200 muertos, ciudades arrasadas y cientos de miles de desesperados sobrevivientes buscando abasto y refugio, sino que además de una crisis humanitaria de inmensas proporciones.

Algunas inmediatas preguntas emergen buscando respuesta: ¿Cómo Haiyan llegó a ser, tal vez, la tormenta más poderosa registrada en la historia y por qué tormentas como ésta ocurren con más frecuencia? ¿Pudo la nación-isla de las Filipinas haber estado mejor preparada para proteger a los más desprotegidos? Y por sobre todo: ¿Qué tomará para ayudar a los damnificados y asegurarse de que esta devastación nunca se repita?


EL TIFÓN Haiyan fustigó las Filipinas --compuesta de 7.000 islas al sureste del Océano Pacífico, próxima al continente asiático--el viernes 8 de noviembre, con ráfagas de viento de hasta 378 kilómetros por hora. Los primeros reportes describiendo la magnitud del desastre comenzaron a emerger el domingo.

The demolished city of Tacloban following Typhoon Haiyan

La ciudad de Tacloban, capital de la provincia de Leyte, en el borde oriental de las Filipinas, fue golpeada con particular dureza. Ningún edificio parece haber escapado la destrucción, y la cifra de muertos es abrumadora. El nivel del mar aumentó hasta en 13 pies, y el agua fluyó más de media milla tierra adentro. El New York Times describió que:

Edificios destruidos alinean todos los caminos de esta otrora próspera ciudad de 220.000, y muchas de las calles están aún tan obstruidas con escombros que son apenas perceptibles. El terminal del aeropuerto civil tiene sus paredes caídas y agujeros en el techo, donde las vigas de acero sobresalen, retorcidas y desgarradas por vientos mucho más poderosos que cuando el huracán Katrina tocó tierra cerca de Nueva Orleans en 2005.

Cuerpos en descomposición aún se encuentran a lo largo de las carreteras, como el cadáver, boca abajo, vistiendo una camisa de manga corta rosada y pantalón azul, en un charco a 100 metros del aeropuerto. Camino abajo se encuentra una iglesia que iba a ser un centro de evacuación, pero está salpicada con los cadáveres de quienes se ahogaron adentro.

Complicando un recuento exacto de los muertos está el hecho de que la tormenta causó un oleaje que en algunas áreas arrastró mar adentro a un número indeterminado de gente. Los sobrevivientes en las zonas más afectadas, según reportes, han estado enterrando a sus muertos en fosas comunes.

Hay otras ciudades y pueblos como Tacloban. Baco, una ciudad de 35.000 en la provincia de Mindoro, fue inundada un 80 por ciento, de acuerdo a informes de las Naciones Unidas. En Daanbantayan, el punto más septentrional de Cebumainland, se estima que 98 por ciento de los hogares y las estructuras fueron dañados. Según Oxfam International, un centro cultural que estaba sirviendo de centro de evacuación tuvo que, a su vez, ser evacuado debido a los daños causados por tormentas.

En el municipio de Guiuan, en la provincia de Samar del Este, los funcionarios de Oxfam dijeron haber visto niños sosteniendo carteles que decían: "Ayuda. Necesitamos agua, alimentos y medicinas". En imágenes tomadas por un canal de noticias filipino, una mujer clamaba a la cámara: "No tengo casa, no tengo ropa. No sé cómo voy a reiniciar mi vida, estoy tan desolada. No sé qué nos pasó. Estamos rogando por ayudar a quien tenga un buen corazón. Les ruego, por favor, ayuden a Guiuan".

En respuesta al desastre, el presidente Benigno Aquino III declaró el estado de emergencia nacional y movilizó al ejército para socorrer a los sobrevivientes y organizar los esfuerzos de rescate. Funcionarios estadounidenses también se han comprometido a enviar ayuda. Pero a medida que los días pasan, el alcance de la crisis humanitaria supera lo que gobiernos --como el estadounidense, cuya primera ayuda consistió en 90 infantes de marina y marineros--puedan haber prometido.

En Tacloban, hubo informes de "saqueo" tras la tormenta. En respuesta, Aquino declaró la ley marcial y desplegó 300 soldados y policías a la ciudad. Pero tales "saqueos" son la única opción para los desesperados sobrevivientes tratando de encontrar comida, agua potable y refugio, y una indicación clara de lo crítica que es la situación y de la ineficacia del gobierno para prestar de ayuda.

"La escena es una de devastación total," describió Tata Abella-Bolo, miembro del equipo de Oxfam en la isla central de Cebu, en un comunicado. "No hay electricidad en toda la zona y no hay agua. Las reservas de alimentos de emergencia locales han sido distribuidas, pero no hay mucho más que distribuir. La necesidad inmediata es de agua, tanto para beber, como para limpiar".

Como la sobreviviente Magina Fernández rogó a CNN: "Obtengan ayuda internacional para venir aquí ahora; no mañana, ahora".


LOS TIFONES son una ocurrencia regular en las Filipinas, pero con la aceleración del cambio climático inducido por el calentamiento global, también han crecido el número y la fuerza de las tormentas. Haiyan es el tercer "súper tifón" categoría 5 que ha golpeado las Filipinas desde 2010.

Haiyan fue más devastador porque golpeó al pico de su intensidad y entró en las Filipinas en una amplia bahía, intensificando el oleaje de la tormenta.

Si bien ninguna tormenta por sí sola puede ser considerada evidencia del cambio climático, el creciente número de "súper-tormentas" es visto por los científicos como el resultado directo del calentamiento de los océanos y del clima. Según Rómulo Virola, jefe de estadísticas nacionales del gobierno de Filipinas:

Amenazadoramente, los tifones en Filipinas son cada vez más y más fuerte, sobre todo desde los años 90. De 1947 a 1960, el tifón más fuerte que nos golpeó fue Amy en diciembre de 1951, con una velocidad de viento máxima registrada en 240 kilómetros por hora en Cebu. De 1961 a 1980, el tifón Sening tuvo el récor, con una velocidad del viento máxima de 275 kilómetros por hora en octubre de 1970. Durante los próximos 20 años, la más alta velocidad eólica fue registrada por Anding y Rosing, con 260 kilómetros por hora. En este milenio, la velocidad eólica máxima se disparó a 320 kilómetros por hora, registrada por Reming en noviembre-diciembre de 2006. Si esto se debe al cambio climático, es mejor estar preparados para más fuertes [vientos] en el futuro.

El negociador climático de Filipinas, Naderev "Yeb" Saño, dijo a los delegados de la 19ª Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que el tifón Haiyan le había incitado a iniciar una huelga de hambre hasta que "un claro progreso" fuera hecho sobre el cambio climático:

Lo que mi país está atravesando como resultado de este extremo evento climático es una locura. La crisis climática es una locura. Podemos parar esta locura... Podemos tomar medidas drásticas ahora para prevenir que en el futuro los súper tifones sean una forma de vida. Porque nos negamos, como nación, a aceptar un futuro en el que los súper tifones como Haiyan sean un hecho de la vida. Nos negamos a aceptar que huir de las tormentas, evacuar a las familias, sufrir devastación y miseria, y tener que contar a nuestros muertos se convierta en una forma de vida. Nosotros simplemente nos negamos a... los tifones como Haiyan; y sus impactos representan un serio recordatorio a la comunidad internacional de que no podemos darnos el lujo de retrasar la acción climática.

Sin embargo, muchos países, liderados por el más poderoso de ellos, Estados Unidos, han continuado a retrasar medidas significativas para frenar la contaminación de gases con efecto invernadero. Por el contrario, el gobierno de EE.UU. sigue aplicando políticas que protegen los intereses de las grandes corporaciones, y en particular, la industria de los combustibles fósiles, a pesar del abrumador consenso científico sobre el impacto y la causa del cambio climático.

Si bien es imposible detener los fenómenos meteorológicos como las tormentas, la creciente frecuencia de las súper tormentas parece una consecuencia casi segura del cambio climático, cuyos instigadores principales son las empresas de combustibles fósiles y los gobiernos que las apoyan. Sin embargo, las medidas internacionales para enfrentar el cambio climático han sido bloqueadas por los más poderosos gobiernos--incluyendo Estados Unidos, donde la administración Obama ha puesto las ganancias por encima del medio ambiente.

¿Y quién está pagando el precio? Como suele ser el caso cuando se trata del medio ambiente, las principales víctimas de las políticas diseñadas en los países más poderosos son los pobres en países como Filipinas, con una infraestructura menos desarrollada y menos recursos en tiempos de crisis.

Yeb Saño desafió a aquellos que niegan el cambio climático o tratan de frenar las medidas para frenar el calentamiento global:

Los reto. Los reto a salir de sus torres de marfil y lejos de la comodidad de sus sillones.

Los reto a ir a las islas del Pacífico, el Caribe, el Océano Índico, y ver el impactos del aumento del nivel del mar; a las regiones montañosas del Himalaya y los Andes para ver a las comunidades que enfrentan inundaciones glaciales; al Ártico, donde las comunidades lidian con las cada vez más escasas capas de hielo; a los grandes deltas del Mekong, el Ganges, el Amazonas, el Nilo, donde vidas y medios de subsistencia son ahogados; a las colinas de América Central que enfrentan huracanes monstruosos similares; a las vastas sabanas de África, donde el cambio climático es una cuestión de vida o muerte, con la escasez de comida y agua.

No hay que olvidar los huracanes de gran intensidad en el Golfo de México y la costa este de América del Norte, así como los incendios que arrasaron "Down Under". Y si eso no es suficiente, es posible que deseen visitar las Filipinas hoy...

Hemos entrado en una nueva era que exige la solidaridad mundial con el fin de luchar contra el cambio climático y asegurar que la búsqueda de un desarrollo humano sostenible se mantenga a la vanguardia de los esfuerzos de la comunidad mundial. No podemos sentarnos a mirar este bloqueo climático internacional. Es el momento de aumentar la ambición y tomar medidas.


AGRAVANDO LA devastación causada por Haiyan está la desigualdad social en las Filipinas. Mucho antes de la tormenta y la crisis económica, la mayoría de los filipinos ya luchaban por sobrevivir en un sistema plagado de pobreza, corrupción y súper explotación.

A pesar de la abundante fanfarria sobre el crecimiento económico anual de las Filipinas de más del 7 por ciento, el 28,6 por ciento de su población vive por debajo de la oficial, y baja, línea de pobreza. Uno de cada cuatro filipinos vive con un dólar al día, el 20 por ciento no tienen acceso a la electricidad, y casi un tercio de la población no puede suplir alimentos básicos y vivienda.

Al mismo tiempo, los súper ricos continúan cosechando provecho explotando al pueblo filipino. Como Pepe Escobar escribió en Asia Times Online: "Una familia, los Ayala, controla el 18 por ciento del total de las acciones listadas en la bolsa de valores. Por otra parte, las 10 familias más poderosas del país controlan el 56,2 por ciento de esos activos. Poco más del 50 por ciento del total del PIB está controlado por las 15 familias más ricas".

En un país con millones de personas viviendo en la pobreza, los desastres naturales seguirán causando enormes bajas. Con la riqueza de la sociedad eludiendo a la masa de la población en beneficio de una pequeña camarilla, muchos son despojados de los medios para enfrentar adecuadamente una tormenta y sus secuelas. Es necesario un esfuerzo de gran envergadura para asegurarse de que las masas filipinas sean abastecidas con los medios para soportar una tormenta y sobrevivir con un nivel de vida digno.

Pero el gobierno del presidente Aquino ha proseguido una política de austeridad y neoliberalismo, buscando una mayor desregulación y una reducción de las prestaciones sociales a los pobres y a los más necesitados, y empujando la privatización. Aquino ha demostrado ser reacio e incapaz de cambiar la brutal desigualdad del país. Y para fortalecer la mano del Estado, ha promovido una mayor asistencia y colaboración con los militares de EE.UU., así como el gasto de $1,7 mil millones en armamento.

Ahora mismo, el pueblo filipino necesita nuestro apoyo y solidaridad con los esfuerzos de socorro. Pero también deben ser apoyados sus esfuerzos por cambiar las desesperadas desigualdades sociales en el país.

Y a nivel internacional, todos tenemos que trabajar juntos para detener los desastres humanitarios que vendrán con las súper tormentas causadas por el cambio climático.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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