¿Por qué temen a Ferguson?

November 24, 2014

Mientras todos esperamos enterarnos si un gran jurado acusará al policía que mató a Mike Brown, Khury Petersen-Smith nos explica por qué esta lucha es importante.

EN 1820, Thomas Jefferson utilizó una vívida metáfora sobre la esclavitud que aún tiene relevancia. Él estaba describiendo su dilema como uno de los líderes políticos de EE.UU. frente a la cuestión de la libertad de los esclavos negros. El esclavista y ex presidente escribió en una carta a John Holmes, "Tenemos al lobo por sus orejas, y no podemos ni retenerlo, ni de forma segura dejarlo ir. La justicia yace en una escala, y la auto-conservación en la otra".

El "lobo" en la analogía de Jefferson representaba la población negra esclavizada. Cuidando por un país cuya existencia se basaba en la esclavitud de seres humanos y como dueño de esclavos con un interés personal en el sistema, Jefferson no estaba dispuesto a hacer justicia y poner fin a la esclavitud.

Pero además del obvio costo expresado en la vida diaria de los negros, la mantención de un sistema que sujetó una sección completa de la población a la esclavitud y la opresión tuvo un costo adicional para los Jefferson del mundo: un constante temor a la rebelión del "lobo".

Protests continued daily for weeks after the killing of Mike Brown

El fantasma de ira negra ante la injusticia no era sólo un producto de la imaginación de Jefferson. Las revueltas de esclavos fueron comunes a lo largo de su vida y no fueron interrumpidas ni por la Guerra Civil. Como el historiador Herbert Aptheker señaló en su libro Rebeliones Esclavas Negro-Americanas, hubo al menos 250 rebeliones de esclavos en la historia de Estados Unidos, con la primera ocurrida durante la colonia inglesa de Virginia en 1663.

En otras palabras, las rebeliones negras han sido una constante en este país desde antes de que éste fuera un país.


UN RÁPIDO salto al año 2014, y todos los ojos están puestos sobre Ferguson, Missouri, donde se espera que un gran jurado no acuse a Darren Wilson, el policía que mató a Mike Brown. El gobernador de Missouri, Jay Nixon, demócrata, ya ha declarado el estado de emergencia y está movilizando la policía local y estatal, junto con la Guardia Nacional, en previsión de las protestas en respuesta a la esperada decisión del gran jurado.

El temor de las autoridades a dicha protesta habla alto y claro. Y no sólo en Ferguson. El FBI emitió un boletín a los departamentos de policía locales en todo el país y advirtió que las protestas podrían involucrar "amenazas y ataques contra la policía e su infraestructura". Los preparativos policiales coinciden el alarmismo mediático, como CNN atizando el pánico mostrando cómo los dueños de negocios en Ferguson preparan sus escaparates para resistir el "saqueo".

¿Por qué está el gobierno federal tan temeroso de estas protesta contra el racismo que llega a poner a todos los departamentos de policía locales en estado de alerta?

No hay evidencia de que entre los activistas que luchan por justicia para Mike Brown haya ninguna sed de sangre. Los organizadores no están, por ejemplo, amenazando con "fuerza letal" en sus folletos, como sí lo está haciendo el Ku Klux Klan de Missouri contra manifestantes negros en Ferguson. Los activistas no están confeccionando camisetas demandando "freir" a Darren Wilson como los partidarios de la Orden Fraternal de la Policía de Filadelfia lo hacen con el reo político negro Mumia Abu-Jamal.

Como dice un activista entrevistado en el video "Un comunicado desde Ferguson," producido por HandsUpUnited.org:

Nadie pide que Darrin Wilson sea muerto. Nadie está pidiendo que sea balaceado en la calle. Nadie está pidiendo que sea colgado como nosotros hemos sido en cada década de cada siglo que hemos estado aquí. Estamos pidiendo que él sea acusado por el delito que cometió en presencia de testigos.

Dejemos de lado la cuestión de por qué el Estado preferiría proseguir una confrontación militarizada con los manifestantes de Ferguson en vez de tratar de apaciguarlos arrestando a Darren Wilson. La resistencia negro al racismo es lo suficientemente poderosa como para aterrorizar a la clase gobernante de Estados Unidos. Esto fue tan cierto en la época de Jefferson como lo sigue siendo hoy.

Primero, la existencia misma de la opresión negro, y especialmente la resistencia en su contra, exponen el palabrerío de "democracia y justicia" con que EE.UU. regularmente se auto-describe. De la misma manera como las revueltas de esclavos expusieron la incómoda verdad de la brutalidad racista de un país, según Jefferson, basado en la "vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Y, sin duda, la rebelión de este verano en Ferguson hizo añicos la noción de un Estados Unidos "post-racial".

Pero más allá de su capacidad de destrozar la cuidadosamente construida ideología dominante sobre la raza en EE.UU., la protesta negra tiene el poder de sacudir la sociedad hasta sus cimientos y producir un cambio social real. De las revueltas de esclavos al movimiento por los derechos civiles, la protesta negra tiene una manera de inspirar y movilizar rebeliones más amplias de todos los oprimidos y explotados, y plantear preguntas más fundamentales sobre la naturaleza de la sociedad estadounidense.

La rebelión por los derechos civiles, por ejemplo, rompió el conservadurismo del macartismo de la Guerra Fría. Produjo una generación de rebeldes y fue parte integral del movimiento contra la guerra estadounidense en el sudeste asiático. Fue la fuerza impulsora de un período de más de diez años de protestas en EE.UU. que incluyeron el movimiento por la liberación de la mujer y revueltas laborales. Sus radicales trabajaron junto y en solidaridad con el Movimiento Indio Americano, y con luchadores por la libertad chicanos y boricuas, entre otros.


PARA VER el continuo poder de la protesta negra, no hace falta que mirar el propio Ferguson. Antes de las marchas en respuesta al asesinato de Mike Brown, Ferguson era un pequeño suburbio del que la mayoría de nosotros, fuera de la zona de San Luis, nunca había oído hablar. La firme resistencia de los residentes de Ferguson--y la violenta respuesta de la policía local y estatal--catapultaron esta pequeña ciudad en la conciencia nacional, abriendo una nueva conversación sobre el racismo en Estados Unidos.

Aunque la rebelión de Ferguson fue única, las condiciones que le dieron lugar no lo son. El combustible para rebeliones al estilo de Ferguson--la pobreza, el alto desempleo, y el acoso y la violencia policiales--existen en todos los barrios negros en las ciudades del país. Tan notable como las protestas de Ferguson han sido, imagine una revuelta así en el Lado Sur de Chicago o en Brooklyn, lugares donde el alcance es mucho mayor y con mucho más en juego.

Al considerar estos escenarios nos revela por qué el gobierno federal y los ayuntamientos municipales de todo el país tienen tanto miedo. Quieren aplastar la protesta en Missouri antes de que se extienda. Esto tiene sentido, especialmente si consideramos que no son sólo los afro-americanos los que están maduro para sumarse a protestar. Toda la clase obrera norteamericana está sufriendo la incertidumbre laboral, y odian el Congreso, ambos partidos y la política de Washington en general--como la austeridad en todos los ámbitos.

Al declarar el estado de emergencia en Missouri, Jay Nixon está actuando en nombre de toda la clase dominante estadounidense. Desde su perspectiva, el ejemplo dado por Ferguson no puede ser permitido. Después de todo, pueblos, tan lejos como Palestina y Hong Kong, ya se han solidarizado con Ferguson y su lucha, y la han proclamado suya.

Esto nos lleva a lo que es especialmente escalofriante para quienes se esmeran por mantener el estatus quo. Tal vez la única cosa más temible para la clase dominante estadounidense que una rebelión negra sea la solidaridad que pueda atraer. El heroísmo de los rebeldes de Ferguson y el trabajo de los activistas de todo el país está sentando las bases para una revuelta más profunda contra el racismo y la opresión.

El Estado está apostando a que a través de la intimidación y la violencia de las armas automáticas, gases lacrimógenos, los palos y las cárceles, se pueda poner fin a la resistencia. ¡Vamos a demostrar, una vez más, que están equivocados!

Traducido Orlando Sepúlveda

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